martes, 5 de diciembre de 2017

Me echo de menos

La luz del sol se asoma entre las cortinas de mi habitación ya pasado el mediodía. Apenas abro los ojos y siento que necesito más descanso. Hace apenas unas horas vi amanecer tras una dura y larga noche que muy a mi pesar no fue acompañada por tus inquietudes, caricias, sueños o risas cómplices.

Mientras me preparo para comenzar el día siento que algo me falta. Me falto yo. Observo mi cara en el espejo e intento encontrar la más mínima señal de mi presencia en ese cuerpo reflejado. Para mi sorpresa solo encuentro un rostro derrotado, triste, sin ánimos. Y me duele, porque en ese momento me doy cuenta de que no solo te he perdido a ti, sino que también me he perdido a mi misma; esa parte de mí contigo tan mía y que tanto me gustaba pero que se me ha arrebatado.

Y me echo de menos, a mí; a esa yo feliz, positiva y alegre, a esa yo tan romántica y risueña. A esa yo que sabía lo que quería y luchaba por ello hasta el final. Esa yo que pensaba que el amor podía con todo. A esa yo que sentía que estaba viva.
Por el contrario me encuentro con algo muy distinto, alguien perdido, una persona a la que no le nubla el odio, la decepción o el enfado sino que está llena de un amor puro y real por el que no le dejan luchar; y que permanece ahí, en su interior, como si todo siguiera igual. 

Doy vueltas y vueltas intentando encontrarme sin conseguirlo. La teoría parece sencilla pero debe ser que se ha perdido la parte de mi que le encontraba sentido a las cosas; ni si quiera se ha mostrado esa parte que encontraba en las palabras alivio, comprensión y desahogo. Las frases se me quedan a medias y parece que reflejan la parte de mi que se ha quedado y la que ya no está.

Y ahora solo quiero volver a ser yo, si es posible, contigo; y si no, conmigo.



sábado, 2 de julio de 2016

Trotamundos

Ella es una trotamundos. 
Hace tiempo que dejó de entender el significado de la palabra "hogar". Anda deambulando por países de todo el mundo, aprendiendo nuevos idiomas, visitando lugares llenos de encanto y probando las comidas más exóticas; todo en estancias cortas, con tiempo insuficiente para establecer relaciones de verdad. 
Ya no recuerda la última vez que pisó ese lugar que tiempo atrás llamó "hogar", pues ya nadie le espera allí con ansias, ya nadie le hace sentir parte de aquello; se siente fuera de lugar, lejos del pasado.
A veces piensa en aquel día que tomó la decisión de dejar atrás su país, su ciudad y su casa, para crecer como persona y conocer mundo. Su vida ha cambiado desde entonces, no sabe si para bien o para mal. Cierto es que ha aprendido muchas cosas que le han servido para crecer como persona, pero también ha perdido esos vínculos eternos de amistad, la oportunidad de tener pareja y sentir el amor debido las distancias insoportables, los cambios horarios, las elevadas facturas de teléfono y sus ausencias en los momentos importantes.
Y es que a pesar de los avances tecnológicos, la distancia siempre pesará más. Y cuando se encuentra de camino a alguna nueva ciudad (nunca de vuelta a la suya), piensa en todo aquello que la diferencia de sus amigos del pasado y se siente sola; sola y perdida en un mundo donde no encuentra su lugar.

lunes, 14 de marzo de 2016

He perdido la noción del tiempo.

Amanece a dos grados bajo cero pero el sol de la mañana calienta mi cuerpo tendido en la cama; tus dedos recorren mi espalda suavemente, haciendo trazos, quizás letras. Aún duermo, ha sido una noche larga, pero siento cada caricia sobre mi piel, cada beso en mi espalda.
Consigo entreabrir los ojos, que sufren por los rayos de sol que rápidamente les llegan, y a contraluz te veo tendido a mi lado, mirándome, y juro que me es imposible contener la sonrisa que brota de mis labios. Durante dos milésimas de segundo dudo de estar en un sueño, pero tras alargar el brazo y acariciarte la cara, noto la realidad.
A menudo te miro mientras hablas y pierdo el hilo intentando comprender cómo puede estar pasándome esto; rápidamente reconecto con la conversación y el tiempo comienza a volar, al igual que sucede cuando te arrancas con las cuerdas o cuando no puedo parar de reír. Felicidad. 
Y he perdido la noción del tiempo.
Ya me da igual si ando por febrero, marzo o abril; solo me preocupo de ir bien cerca de tu mirada. Sentirte cerca de mi sin la necesidad de estar piel con piel, sin ataduras, sin preocupaciones. Me siento más yo que nunca y jamás pensé que la libertad podía unirte tanto a una persona.

lunes, 25 de enero de 2016

Lo que dejaron en mí aquellos falsos "para siempre".

Demasiadas decepciones me enseñaron a no mirar más allá de lo que tenía delante; a no imaginar futuros perfectos, parejas felices cogidas de la mano recordando cómo en su juventud se dieron ese esperado primer beso. 
Siempre me han gustado las historias de amor, soñar un "para siempre" un domingo por la tarde tirados en la cama, investigar si prefieres chico o chica, una boda íntima o a lo grande y cruzar todas las fronteras de la confianza. 
Mis futuros en un tiempo atrás han tenido cara y nombre; pero desde hace tiempo son sombras, fruto de arañazos en mi corazón que lo dejaron sin visión de futuro. Me he vuelto (anti)romántica, mostrando mi mueca de mayor desagrado al escuchar cursiladas que ya no consigo creerme. Decir "te quiero" ya no es tan fácil e insinuar lo cerca que está llegando alguien a mi alma es algo que debe quedar todo el tiempo posible guardado en mi interior. Sé que esto puede alejar de mi a muchas personas; pero creo que ellos no pueden ni imaginarse todo lo que llevo dentro, lo que me protejo tras aprender a base de caídas y golpes lo que es abrir tu corazón y tu vida a personas que no saben valorarlo.
Me ven, alocada y sin frenos, en busca de lo que ellos creen algo pasajero y se alejan sin siquiera acercarse a conocer mi realidad.
Y un día llegaste tú, que a pesar de ir asustado, me escuchaste e intentaste entender qué pasaba; tú, que conseguiste que mi boca pronunciara aquellas palabras de nuevo; tú, que consigues que se me pare el tiempo cuando me miras fijamente, que haces que dude de todo; tú, que me miras y temes lo que se me puede estar pasando por la cabeza desconociendo qué quiero o qué siento, mientras dentro de mí resuena esa canción que dice... "me voy enamorando..." y que días atrás di como respuesta a preguntas comprometidas que a ti te dejaron aún más en duda. 
Dudas que hoy intento dejar resueltas porque creo que te debo esto, por todas esas veces que me preguntabas qué me pasaba y te respondía "nada malo" sin encontrar palabras que definieran lo que me estás haciendo, por cómo responde mi cuerpo ante la felicidad que me das y la paz que siento a tu lado, porque quizás no entiendas los pasos de gigante que estoy dando, porque sólo tengo ganas de contagiar a esta ciudad con nuestro (amor), y que aún sigue sin gustarme estas cursis palabras pero debes saber lo equivocado que estás si piensas que no me estás marcando. 
Te lo debo a ti, que me lees a escondidas, que expresas tus sentimientos con cuidadas palabras con el fin de que no me asuste, que estás ahí, que me animas, me haces sonreír,
A ti.
Te debo tanto...

miércoles, 20 de enero de 2016

Defectos imperfectos.

El día amaneció oscuro, el sol no quiso presentarse y mirándose frente al espejo, luchando un día más con aquella silueta, se preguntó cuánto tiempo le quedaba. Muchos no entenderían su preocupación, su miedo a que dejándose escarbar, llegue el momento en que él encuentre en su interior algo que le haga huir. 
La seguridad no es su punto fuerte, aunque por fuera lo parezca. Cuántas veces ha aprendido que las apariencias engañan, que detrás de cada sonrisa no siempre hay felicidad.
Las inseguridades le van dando los buenos días a medida que se desviste. El agua caliente cayendo sobre su cara no le quita ninguna de sus preocupaciones, ojalá fuera así de fácil. 
Ha llegado a ese punto en que teme todo, pues le importa demasiado. Las cicatrices le laten, recordándole todo lo pasado y sugiriendo que tenga cuidado, que puede volver a ocurrir. Siempre ha oído decir que cuando una persona te ama, terminan gustándole hasta tus defectos, ¿sucederá así con ella? 
Cómo le duele estar atada por sus defectos que dictan de ser perfectos. Cómo le gustaría poder compartirlos sin miedo, que alguien la entendiera y le hiciera ver lo contrario. 
Tirada en la cama, mira su armario y decide, como cada mañana, qué ocultar y qué enseñar. Tras la puerta, el ideal a seguir le recuerda que no es nada, que los detalles fallan y hacen el conjunto erróneo.
Marchita y cansada, intenta pensar en lo bueno y se coloca la sonrisa de los lunes. Sale a la calle, deseando que él se enamore con una mirada, quizás una sonrisa; que le diga que está preciosa y aún escavando en su interior no halle ninguno de los defectos que ella tanto odia y que él ni se puede imaginar, y que le gusten todas esos pequeños detalles que intenta ocultar cada día. 
Quiere que no huya, que se quede a su lado.
Lo intenta todo el tiempo para que no haya un final de momento.

sábado, 26 de diciembre de 2015

Recordar(te)

Te recuerdo.
Sonrío si recuerdo la imagen de tu cuerpo tendido junto al mío, agotado, que saca sus últimas fuerzas para acercarse y besar mis labios una vez más; me sonrojo pensando en quien habrá podido oír mis gemidos mientras hundías tu mano entre mis piernas, sacando mi lado más salvaje, más humano. 
En mis oídos no cesan las frases que, tras salir de tu boca, llegan directas a mi corazón y van cicatrizando todas las heridas con las que aquel frío día de noviembre se presentó a ti.
Recuerdo esa melodía grabada en mi cabeza, que pongo ansiosa en bucle para sentirte cerca un ratito más.
Recuerdo tu risa, tus ojos, tu cara escondiéndose bajo la almohada, tus bostezos al despertar, esos dulces besos en la frente, tu mano acariciando la mía, aquel cigarro a medias y cada canción cantada a susurros. 
Te recuerdo, como acto presente que incita a mi cuerpo a querer más, a buscarte en cada esquina, a desear otro encuentro.

Es difícil olvidar algo que te ha llenado tanto, por eso ahora no puedo dejar de recordarlo, de recordarte.
Y lo más increíble es que hace tan solo dos minutos que me dejaste en mi portal.


martes, 15 de diciembre de 2015

Diciembre ha dejado de ser frío.

Diciembre ha dejado de ser frío.

Eso dice mi cuerpo temblando bajo tus sábanas, y fíjate qué incongruencia esta de temblar y sentir el cálido apoyo de tus ojos, mirándome sinceros, dispuestos a volver a la batalla una vez más.
Las melodías suenan distintas y mi estómago se estremece cuando las cuerdas vibran, quizás sea del miedo que me da sentir todo esto junto a las ganas de entregarme al máximo nivel, dándote hasta la última desequilibrada célula de mi cuerpo.

Tal vez ni notes las veces que miro tu cabeza descansando sobre la almohada mientras me pregunto cómo se puede encontrar la paz después de una larga y dura guerra. Tu descanso no me da respuesta, pero me apacigua y vuelvo a temblar, esta vez de nervios.

Derribo muros de protección que el miedo creó y seguramente tu dulce inocencia no llegue a imaginar que tras tanto silencio hay muchas palabras bajo mi piel que sólo por las noches brotan y florecen bajito, en modo susurro que traen la sinceridad más temerosa que conozco.

Tras esto, el día llega cargado de sonrisas y conversaciones que llenan cada curioso rincón de mi mente, en ese momento satisfecha, que luego recordará todos esos pequeños detalles que te hacen ser tú con una amplia sonrisa que más de una mirará con recelo.

¿Y qué habré hecho yo para merecerme todo esto?