lunes, 16 de julio de 2012

Caer de nuevo.



Todo esto se parece a cuando decides dejar de fumar. Sabes que es malo para ti y aún sin tenerlo muy claro, lo dejas. Lo dejas sabiendo que será imposible olvidar esa sensación del humo invadiéndote, mientras te relajas y hace que te sientas mejor. Lo dejas sabiendo que volverás a caer. Tal vez un par de días, o tal vez durante un largo periodo. Y una vez que hayas vuelto a caer, ya no sabes si volverás a tener fuerzas para dejarlo de nuevo.

Y yo ahora he caído de nuevo, he probado ese cigarro que lleva dentro las ganas de estar contigo, de tenerte, de que seamos un nosotros. Y eso me deja dolida, muerta. Y aún así, yo sigo fumando todos y cada uno de los cigarros que contiene el paquete tentador. Cigarros llenos de canciones, de conversaciones, de "te quieros", de promesas. Sé que es malo para mí, pero lo hago. Me hago daño aún queriendo no pasar por esta sensación otra vez. Realmente no sé que quiero conseguir. Cada día voy comprando cajas y más cajas de ese horrible tabaco, que, siendo tonta, pensé que solo compraría un día, y ahora veo que esto está durando demasiado.

Y solo me queda preguntarme de nuevo todas esas preguntas que me hacía antes de dejar el horrible vicio, antes de conseguir olvidarme de él.
Sé que tú también has vuelto a comprar las cajas de nuestro tabaco de los recuerdos. Lo sé, porque te conozco demasiado y puedo detectar cuándo estás mal.

Y puede que no nos volvamos a cruzar jamás, que nos invada nuestro orgullo de haber dicho que se acabó fumar, aunque lo necesitemos más que respirar, y que seamos unos cobardes, disfrutando de cada calada de esos momentos el pasado, aún pudiendo crear unos nuevos.

Porque lo que más hace que seamos unos penosos, es que jamás podremos poner a prueba, mirándonos fijamente a los ojos, si todo lo que hemos llegado a sentir durante tantos meses, ha sido real.

Y mientras tanto, intento dejar este horrible vicio que me lleva a ti, para poder volver a mi vida normal.

martes, 10 de julio de 2012