lunes, 29 de octubre de 2012

No merece más oportunidades.


¡Pero que ingenua por Dios!
Sin darme cuenta he vuelto a confiar como una estúpida, aun creyendo que esta vez sería distinto, que merecía la pena, pero no cariño, es un tío, como todos los demás, y me ha decepcionado como tantos otros.
No sé exactamente en qué me basaba entonces, si en un golpe de suerte, si en las palabras de la gente, en la seguridad o en lo que sentía por dentro. Pero sinceramente ya eso da igual. 
No sé como lo ha hecho pero ha retrocedido mi tiempo, ha conseguido volver a  hacerme sentir ese dolor punzante en el pecho, a humedecer mis ojos en los momentos menos adecuados, a quitar mi apetito, a ir cabizbaja por los pasillos y seguirle la corriente a la gente que confunde mi tristeza con cansancio.
Desde un principio pedí sinceridad, enterarme de las cosas a primera mano, para estar al corriente de todo y no ser una ingenua, esa pobre chica que nunca se entera de nada y vive en otro mundo a parte. Pero como veo que no cumple con su parte, yo no voy a cumplir con la mía. No pienso luchar contra mis fuerzas para mantener todo igual, salir dolida mientras coloco una sonrisa en mi cara. Ya no pienso pensar en lo que tú quieres, esta vez voy a pensar en mi.
No quiero ver lo que me hace daño, no quiero ver lo estúpida que estaría ahí delante junto a ti. Y como no quiero, no lo pienso hacer. Pero aún sabiendo que esto hasta te alegrará y te facilitará las cosas, sinceramente, prefiero hacerlo.
Por que odio que haya conseguido que vuelva al pasado, a la tortura del día a día.
Odio que no importe mi presencia.
Odio que haya hecho lo que un día dijo que nunca haría.
Odio que me matara con falsas ilusiones y que bailara sobre mi tumba.
Pero odio, sobre todo, que aún sabiendo por lo que había pasado, hubiera seguido en silencio.

Pequeña, desengáñate, el amor no existe; deja de darle más oportunidades, no se las merece.



Duele.


10 de octubre:
Odio esta sensación. Odio pensar mil y una cosas, y cuando me preguntan qué me pasa, responder con un “nada”. Sé que no me pasa nada, pero soy incapaz de expresar todo lo que tengo dentro. Tengo una mezcla de dolor, alegría, miedo y dudas que me alteran los días.
Me duele cada vez que pienso en lo que va a pasar, me duele pensar en él, me duele pensar en mí, me duele tenerlo cerca, pero más aún tenerlo lejos. Me duele saber que todo lo que me hace pensar en él, a él le hace pensar en ella. Me duele verlo mal. Me duele que me coja por la cintura y no poder darme la vuelta para besarle.
Pero me alegro de ello, de que siga estando a dos centímetros de mí, de que siga mirándome así, de que me haga reír, de que me apoye en los malos momentos, de que cuente conmigo, de sentir sus dedos sobre mi piel, de que todo siga prácticamente igual, porque cuando esta junto a mí, estoy bien.
Aunque no puedo evitar tener miedo. Miedo de que por ella todo cambie, miedo de no volver a verle sonreír, miedo de tener que ver algo que realmente me duela, miedo de no saber qué pasará conmigo, miedo de hacerme más daño, miedo de no volverle a ver.
Y las dudas me invaden, porque es difícil levantarte cada día sin ganas de sonreír, pero tampoco de llorar y no saber ni mi estado de ánimo. Dudas que puede que tengan solución pero no te atreves a preguntar. Pero la gran duda es qué pasará conmigo.
Porque ya no quiero a nadie; bueno, no es que no quiera, sino que me he dado cuenta de que no hay nadie para mi.

domingo, 7 de octubre de 2012

Tú tan solo coge mi mano.


Mil veces me preguntaré por qué resulta tan difícil convencer a una persona de que todo va a salir bien, de que no hay que preocuparse. Estiro mi brazo y te ofrezco la mano, pero tu no la aceptas, solo miras al suelo, escondes la cabeza.
Vives entre el pasado y el futuro sin tener en cuenta el presente, que es lo que de verdad importa. Quiero hacerte entrar en razón, darte los miles de motivos con los que podría hacerte feliz, pero cuando estas frente a mí, no encuentro sentido a lo que digo.
En mis largas noches, recuerdo la de veces que a mí también me dieron la mano y las rechacé.  Por eso me duele saber que vas por el mismo camino, que será imposible convencerte. 
Sé que las cosas se aprenden a través de experiencias y que o se viven o no aprendes la lección. Las palabras de un experto no sirven, solo sirve la caída. Por mucho que hable no voy a poder transmitirte nada. Solo puedo esperar a que te levantes.
Y por todo lo que he pasado sabrás que tengo paciencia, se esperar. Y me voy a quedar aquí, a tu lado, estirando el brazo y ofreciéndote la mano hasta que tú quieras cogerla. Te ofreceré mi ayuda a diario, por muchas veces que la niegues. Hasta que un día, decidas poner el pie en el lugar correcto y levantarte. Y entonces, podremos empezar a disfrutar.

Pequeña.

Pequeña, la vida para ti ha sido como el camino de una montaña rusa, con sus subidas y sus bajadas. Aunque no quieras demostrarlo, sientes las cosas muy adentro, todo toca tu gran corazón. Y eso te ha hecho crecer como persona. Simplemente por eso, vales mucho.

Todo empezó con una duda, algo que empezaba a ser extraño dentro de lo que cabía en una vida "normal" para ti. Te lo guardaste dentro, muy dentro y con el tiempo esa duda fue creándote una extraña sensación. No hay nada peor en esta vida que vivir eternamente con la duda, y tú, aguantaste muchos meses, hasta que un día decidiste soltarlo, liberarte de ella. Por suerte, recibiste la respuesta correcta, y esa persona te ayudó a aclararte las ideas. Pero no fue tan fácil, ya que en esta vida siempre hay algo que nos quita la felicidad. Cuando mejor creías que ibas por el camino de tu vida, caíste en un profundo túnel. Todo estaba oscuro, nadie te podía ayudar y únicamente veías a esa persona que te había quitado lo que más querías. El dolor era inmenso, las ganas de llorar eran inevitables, y tú te sentías tan tan pequeña...
Llegaste a sentir mucho en unos pocos meses, dabas todo de ti y no te importaba mantener todo en secreto para poder amar, porque ese amor era solo vuestro. Las canciones, conversaciones, miradas, besos y recuerdos pasaban por tu mente a diario, ya que tenías que convivir con esa persona más de 6 horas diarias. Era duro, demasiado. Pero aún así no perdiste la esperanza, y semanas después, aquello que tanto querías vino de vuelta a buscarte. Le perdonaste todo, porque sí, le amabas por encima de todas las cosas,por encima de todo lo que había hecho.
El tiempo fue pasando, y aún creyendo que no podías enamorarte más, lo hiciste. Los días giraban entorno a vosotras, compartíais algo  muy fuerte, y juntas, decidisteis dar un paso más.
Largas noches, preciosos amaneceres, desayunos, comidas, tardes, cenas. Todo era para ti tan perfecto que se te olvidó que el final tenía que llegar tarde o temprano. Y ese final llegó. Aunque de una manera relajada, viéndose poco a poco. Tal vez por eso el impacto no fue tan grande. Pero eso no quitó el dolor.

Pequeña, una ve te dije que las heridas a medida que van pasando el tiempo se van curando, y finalmente cicatrizando. Tú negaste con la cabeza, "eso a mí no me va a pasar, será incurable". Ya no sé el dolor que te produce tocar la cicatriz que tiene tu corazón. Solo sé que como yo, al recordar todo lo vivido, queramos recuperar esos momentos en los que todo iba bien. Pero pequeña, el pasado, pasado es.

martes, 2 de octubre de 2012

Superado y olvidado.


Llegó la calma.
Días y días estando mal, hundiéndome dentro de mí misma, han llegado a su fin.
Sé que ha sido un persona importante en mi vida, que me ha hecho crecer y aprender cosas nuevas y por eso no veo correcto utilizar la palabra "olvidado", porque va a seguir ahí, formando parte de mí. Lo que si puedo confirmar, es que medio año después, está superado. ¿Cómo lo sé? Sonrío cada vez que recuerdo los momentos felices, siento paz al ver fotos y volar a ese pasado que un día me llenó tanto , puedo leer conversaciones, ver vídeos y escuchar canciones sin sentir nada de dolor y tengo muchas ganas de contar todo lo pasado, para que sirva a otros de ayuda.
Lo realmente gracioso, es que hace ya unas semanas que he conseguido todo esto, pero en cierto modo no he querido reconocerlo. Y es que ahora hay otra cosa que provoca mis bajones, otra cosa que he querido ocultar con su nombre. No se si por costumbre, o tal vez por miedo. Pero yo sé perfectamente que no es por mi pasado.
Puede que tal vez tenga miedo de mi futuro o de que lo pasado se vuelva a hacer real, que ocurra todo lo que pienso y por lo que no quiero pasar. Miedo del presente y de a dónde me vaya a llevar. De las decisiones que tome, del tiempo que me dé, de si volver a querer amar...
Tal vez no quiera darme cuenta de que mi problema no es el pasado, sino el presente. Y que puedo volver a tener algún que otro momento nostálgico o alguna que otra fecha que incomode, pero estaré aún peor por otros motivos.
Pero he aprendido la lección. He examinado mis fallos y sé como no estropear las cosas tontamente. Cosa de la que estoy muy agradecida.
Ahora creo que lo que necesito es volver a sentirme amada, importante en la vida de alguien. A mi me sobran las ganas, solo me falta esa persona. Porque con un simple detalle, una sonrisa y la persona adecuada, las cosas que crees complicadas se solucionan.
Ya solo me queda prestar atención a mi al rededor, no tener prisas y tener en cuenta que quedará en el recuerdo un pasado, al fin, superado y olvidado.