10 de octubre:
Odio esta sensación. Odio pensar
mil y una cosas, y cuando me preguntan qué me pasa, responder con un “nada”. Sé
que no me pasa nada, pero soy incapaz de expresar todo lo que tengo dentro.
Tengo una mezcla de dolor, alegría, miedo y dudas que me alteran los días.
Me duele cada vez que pienso en
lo que va a pasar, me duele pensar en él, me duele pensar en mí, me duele
tenerlo cerca, pero más aún tenerlo lejos. Me duele saber que todo lo que me
hace pensar en él, a él le hace pensar en ella. Me duele verlo mal. Me duele
que me coja por la cintura y no poder darme la vuelta para besarle.
Pero me alegro de ello, de que
siga estando a dos centímetros de mí, de que siga mirándome así, de que me haga
reír, de que me apoye en los malos momentos, de que cuente conmigo, de sentir
sus dedos sobre mi piel, de que todo siga prácticamente igual, porque cuando
esta junto a mí, estoy bien.
Aunque no puedo evitar tener
miedo. Miedo de que por ella todo cambie, miedo de no volver a verle sonreír,
miedo de tener que ver algo que realmente me duela, miedo de no saber qué
pasará conmigo, miedo de hacerme más daño, miedo de no volverle a ver.
Y las dudas me invaden, porque es
difícil levantarte cada día sin ganas de sonreír, pero tampoco de llorar y no
saber ni mi estado de ánimo. Dudas que puede que tengan solución pero no te
atreves a preguntar. Pero la gran duda es qué pasará conmigo.
Porque ya no quiero a nadie;
bueno, no es que no quiera, sino que me he dado cuenta de que no hay nadie para
mi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario