lunes, 29 de octubre de 2012

Duele.


10 de octubre:
Odio esta sensación. Odio pensar mil y una cosas, y cuando me preguntan qué me pasa, responder con un “nada”. Sé que no me pasa nada, pero soy incapaz de expresar todo lo que tengo dentro. Tengo una mezcla de dolor, alegría, miedo y dudas que me alteran los días.
Me duele cada vez que pienso en lo que va a pasar, me duele pensar en él, me duele pensar en mí, me duele tenerlo cerca, pero más aún tenerlo lejos. Me duele saber que todo lo que me hace pensar en él, a él le hace pensar en ella. Me duele verlo mal. Me duele que me coja por la cintura y no poder darme la vuelta para besarle.
Pero me alegro de ello, de que siga estando a dos centímetros de mí, de que siga mirándome así, de que me haga reír, de que me apoye en los malos momentos, de que cuente conmigo, de sentir sus dedos sobre mi piel, de que todo siga prácticamente igual, porque cuando esta junto a mí, estoy bien.
Aunque no puedo evitar tener miedo. Miedo de que por ella todo cambie, miedo de no volver a verle sonreír, miedo de tener que ver algo que realmente me duela, miedo de no saber qué pasará conmigo, miedo de hacerme más daño, miedo de no volverle a ver.
Y las dudas me invaden, porque es difícil levantarte cada día sin ganas de sonreír, pero tampoco de llorar y no saber ni mi estado de ánimo. Dudas que puede que tengan solución pero no te atreves a preguntar. Pero la gran duda es qué pasará conmigo.
Porque ya no quiero a nadie; bueno, no es que no quiera, sino que me he dado cuenta de que no hay nadie para mi.

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