Pequeña, sonríe. Porque no hay
motivos para no hacerlo. Porque no estás enferma, no tienes problemas con tu
familia, no te faltan amigos de verdad, no te falta un hogar, un plato de
comida cada día.
Tienes todo lo que muchos desearían.
Éxito, dinero, amor, cariño, amistad, salud, paz, tranquilidad.
Y aun así, ¿Por qué tus dulces
labios no me dejan contemplar la sonrisa que desde hace tiempo escondes?
No, no me mires así, que no estoy
loca. Eres mi ejemplo a seguir. Te admiro. Tantas veces he soñado con ser como
tú. Fuerte, valiente, sencilla. Siempre serena, con esa capacidad de brillar
ante los demás. Pero aun así no sonríes. Y es triste.
Eres grande, puedes con todo,
podías hasta conmigo y mis emociones. Así que, por favor, muéstrame esa sonrisa
de nuevo. Quiero volver a gritar, a llorar, a sentir tanta felicidad dentro de mí que se intente
escapar por la muestra más sincera…
Porque, a veces, las cosas más sencillas, son las que solucionan los grandes problemas.
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