martes, 8 de enero de 2013

Pequeña, sonríe.



Pequeña, sonríe. Porque no hay motivos para no hacerlo. Porque no estás enferma, no tienes problemas con tu familia, no te faltan amigos de verdad, no te falta un hogar, un plato de comida cada día.
Tienes todo lo que muchos desearían. Éxito, dinero, amor, cariño, amistad, salud, paz, tranquilidad.
Y aun así, ¿Por qué tus dulces labios no me dejan contemplar la sonrisa que desde hace tiempo escondes?
No, no me mires así, que no estoy loca. Eres mi ejemplo a seguir. Te admiro. Tantas veces he soñado con ser como tú. Fuerte, valiente, sencilla. Siempre serena, con esa capacidad de brillar ante los demás. Pero aun así no sonríes. Y es triste.
Eres grande, puedes con todo, podías hasta conmigo y mis emociones. Así que, por favor, muéstrame esa sonrisa de nuevo. Quiero volver a gritar, a llorar, a sentir  tanta felicidad dentro de mí que se intente escapar por la muestra más sincera…
Porque, a veces, las cosas más sencillas, son las que solucionan los grandes problemas.

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