sábado, 13 de septiembre de 2014

Hay promesas que no pueden cumplirse



Quizás ahora entiendas que todo ha cambiado, por mucho que no quisieras darte cuenta antes.
Las nubes no representan corazones, las estrellas se han ido apagando poco a poco, esa flecha desapareció y mi boca quedó muda. ¿Quién lo diría? ¿Una versión de mí sin largas conversaciones en las que yo participaba a un noventa por ciento, en las que el tiempo pasaba sin inmutarnos y el fin lo ponía una llamada de teléfono para volver a casa? 
Ahora a penas intercambiamos dos palabras sin mucho sentido, sin expresar realmente lo que queremos decir, pintando una fachada que esconde toda la verdad. ¿Y sigues creyendo que puedes saber en qué estoy pensando? Tu vida está tomando su propio rumbo, sola, lejos de mi, y ya no existe dicha conexión, por mucho que no admitas que te estás desprendiendo de ella.

Quizás todo debió quedarse en aquel frío noviembre. Aquellas risas, aquella confianza y apoyo que sólo ese tipo de relación puede dar. Pero decidimos arriesgarnos y acabamos perdiéndolo todo. Incluso los buenos recuerdos. El dolor lo ha tapado todo. Podría asegurar que apenas recuerdas cosas de aquella época, que si entráramos en una larga conversación sacaríamos contados momentos, y que las promesas y los consejos dados han desaparecido de nuestra memoria, cuando ahora podrían ayudarnos más que nunca.
Nos tiraríamos de los pelos al darnos cuenta de todo lo que hemos tirado por la borda, todo de lo que nos hemos desprendido y las promesas que hemos incumplido...

"- Prométeme que nunca me vas a abandonar. Y si algún día la cago o soy gilipollas me recordarás estos buenos momentos, por favor.
-Te lo prometo
-¿De verdad?
-De verdad."

Pero hay promesas que no pueden cumplirse.

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